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martes, 19 de enero de 2021

¿es normal sentirse vulnerable? mamááá”

Mi Niña

(Los nombres aquí utilizados no son reales) 

El viernes por la tarde “Andrea” (tiene 17 años) está llorando, se encuentra en una depresión profunda;  yo “María” (soy su mamá), le pregunto:  “¿Por qué lloras hija? bueno si quieres  llorar y  te hace bien, hazlo, otra vez llorando, ay no ya cambia la música, deja de ver lo que te pone triste"...  no entiendo lo que pasa,  no sé, y no comprendo  qué  es lo que Andrea vive en su mente, ignoro que  le produce el llanto;   no alcanzo a dimensionar lo que experimenta, lo que mi  hija sufre, la ansiedad que siente,  el miedo, el caos  y la desesperación que deshacen su vida …

“Luis” (es el hermano mayor) me dice mamá “Andrea está mal, está deprimida"; y nos ponemos de acuerdo para hacer una cita, es urgente la atención psicológica, por fin una fecha: el miércoles para el primer encuentro.


Cuándo es que se transita y pasas el límite de pensar, creer, sentir y ver lo que no es, que no eres lo que el espejo te muestra, que tu mente te engaña, que en realidad te ves diferente, cuándo es que tu cuerpo se convierte en lo que no quieres, en lo que no aceptas y en lo que no amas... 

Durante la visita con el psicólogo: a Andrea no le simpatizó le cayó mal, porque le recomienda que coma que se nutra y es justo lo que no quiere. 

Después de la consulta con el psicólogo, seguimos las indicaciones acudiremos  a la nutrióloga Nara,  el sábado por la mañana, la especialista entendió muy bien la situación y después de una plática le hizo un menú adecuado,  Andrea-  dijo que lo haría si eran menos de 900  calorías, la nutrióloga no le dijo con exactitud pero si le mencionó que no pasaban de 1100, lo que pareció conformarla, aceptó el menú (de dientes para afuera) y dijo que lo haría, Nara le dijo que confiaba en la palabra de las personas.

  

Dejé pasar el domingo y el lunes Andrea y yo  a surtir la despensa y complementar el menú.

Todo estaba transcurriendo  “normal”  hasta ayer martes  (apenas dos días) y entonces, por alguna razón insignificante de un instante a otro se  desató un conflicto entre las dos, que estalló en un caos, “porque no la apoyo, porque yo la obligo a comer, porque, porque, porque…”  todas las razones que no le gustan, todas las razones que no acepta, nos fuimos a discutir hasta tiempo  atrás y el actual y en ese momento fue cuando por primera vez le oí decir  que “prefiere morirse, porque comer es un castigo, porque comer la hace verse panzona, gorda y la hace sentirse mal,   que quiere pesar 44 kg (actualmente pesa 46) que ese sería su peso ideal, que prefiere morirse a estar gorda”. 

¿Cómo me sentí? No sé si peor que ella o igual, no sabía qué hacer, sólo mis ojos reaccionaron, sus palabras me retumbaron en los oídos,  mi mente se cerró y mi corazón pareció pararse por el sufrimiento  que veía en mi niña.


Transcurrieron días “normales” hasta el jueves 12 de  nuevo crisis.

Entró a mí recamara devastada,  llorando su cuerpo expresaba lo que aún no  me decía... doblándose hacia abajo,  se tallaba sus piernas y me decía “no puedooo mamááá de verdad no puedooo, ayúdameee”  

A “Andrea” siempre la vi fuerte, decidida y determinada, verla así  rompió mi corazón, nunca ni por atisbo paso por mi mente que sucediera algo así  y sin embargo  ahí estaba,   mi niña, la veía  caer,  escuchando sus palabras, su tono y su agonía, me derribaba a mí también,  la sostengo con la fuerza exigua que me resta y la abrazo. 

Y todo esto se suscitó  porque había “cenado mucho”  esta realidad es dolorosa para quien lo padece y para toda la  familia. El carácter y la fortaleza parecen menguar, pero no puedo, debo estar para ella, cuando lo necesite, para acompañarla en sus crisis, para decirle que la amo cuando cree que nadie la quiere, para estar cuando se sienta sola, estar para ella, para siempre estar.



Es  sábado: tiene cita con su nutrióloga que también la apoya con terapia, su diagnóstico: 

Anorexia y depresión, la debe atender un psiquiatra

Pasa un día y otro y  por algo ocurre de nuevo,  sus palabras  -“no me importa nada, antes me detenía a pensar que quienes me quieren se pondrían triste sí a mi me pasara algo, pero ahora pienso que la tristeza pasa” (aunque no la de ella)  “quiero bajar más kilos” va en 45  pero no se siente satisfecha...  "y no me importa morir, como porque tú  lo preparas y me obligas yo por mi me dejaría MORIR” de nuevo la escucho. 

-”Para mí la comida es un castigo”- la he visto comer con lágrimas en sus   ojos, porque come calorías; odia su estómago y sus brazos.

Si alguien le dice que está flaca, cree que lo dicen por lástima.

Si no le dicen nada, nadie ve “lo que está logrando”.


¿Cómo   cambiar   su   punto   de   vista?

¿Cómo decirle que   se  ve  delgada y  que  lo crea?  Porque es  la verdad

¿Qué  decirle?

Le está desapareciendo el músculo y ella no lo nota por la anorexia,  la veo tan delgada, estamos buscando ayuda, su nutrióloga nos dirigió  con un psiquiatra, para que con medicamento  la apoye y “Andrea” pueda tener algo que la sostenga y     pueda modificar  sus pensamientos.   

Ya es lunes, llamé al psiquiatra y pedí cita para hoy, anhelo  que se ame, que se acepte, y que sea feliz. Le prescriben  una cuarta parte de la tableta por dos días y tomar una mitad después del miércoles, al día jueves, no ha acatado la recomendación de tomar media tableta, porque no puede dormir,  porque le deja un mal sabor…   porque  piensa   que el medicamento la hará subir de peso. 



Miércoles de clases de danza clásica ella entraba hasta las seis pero como su hermano y yo entrabamos a las cinco, la desperté antes de lo que ella había planeado, y dadas las circunstancias se molesto, se quedó en casa de su hermana a esperar su hora de entrada, entre ellas  platicaron de lo que le pasaba y le dijo que ya no me aguantaba, porque le  doy mucho de comer       y  porque la vigilo la realidad es que come una mínima cantidad de lo que debería.  Me angustia,  lloró y también exploto… Yo deseo encontrar la fórmula, la manera de hacer que vuelva a ser la que era.  

Cuando íbamos a casa me dijo “perdón por lo de la tarde”...


No sé desde cuándo? ¿No sé por qué?

Me siento mal, me siento responsable no sé que la orilló ni cómo pasó


Transcurren varios días   parece que avanza, pero  de repente le veo pasos atrás, toma una manzana la muerde, la mastica y no la traga (hace esto sólo para "engañarse")  la  tira.

Todo lo que hacemos siempre acarrea secuelas, algunas veces de vida  o muerte

Y es que en todas las etapas de la vida; así como en la adolescencia la depresión existe y todo les cansa, les enfada, les hace llorar y pocas veces estar bien,  tienen pensamientos que les llevan a destruirse y nuestras acciones no les ayudan a salir de ella porque no tenemos la información.

Un pensamiento les hace  tomar decisiones, de lo  que ya llevan tiempo planeando y basta un día un momento una acción, para acabar con el cansancio y el hartazgo del que ya no  pueden más. 

Una noche antes  me habló y me dijo que se sentía triste, que tenía ganas de llorar, entré a   su recámara y estuve con ella, hablamos, lloramos, nos reímos, y nos cuestionamos el por qué  hacemos cosas que no queremos?

Al poco rato me dijo que ya estaba bien, le recordé que la amo y le recordé también  que podía hablarme siempre que necesite algo.

Un día después...

Abril 27 

Andrea tomó la decisión y dijo que ya no podía más,  tragó  30 tabletas, antes había escrito cartas a cada  miembro de  la familia.

Gracias a que Luis  llegó, se dio cuenta, habló con un médico  y le comentó lo sucedido, él recomendó llevarla de inmediato al hospital, Luis fue a mi habitación y me habló para contarme la situación, de inmediato me cambié y  junto con su papá,  nos  trasladamos  a urgencias.

En el camino  pudo contarnos  la situación, y al llegar al hospital la recibieron, le tomaron sus signos vitales, dijeron que estaban “NORMALES”, que esperamos al primer contacto en otra área de la clínica.

El lugar estaba lleno de personas con sus  rostros afligidos, se escuchaban lamentos  y,  rostros que  tenían esperanzas pero conscientes que podrían       recibir   una noticia fatal.  

Y ahí nos unimos al ambiente,   esperamos, mi niña  lucía    distraída,  con   la         vista perdida, su estado anímico había decaído, sin fuerzas, se sentía desvanecer...

Inesperadamente  (para mí,  que ignoraba los efectos que  tendría) su   quijada empezó a temblar, su cuerpo se retuerce, sus ojos se abren ampliamente,    su llanto  y gritos    estremecen el   área.  El personal no se inmuta, ya lo esperaban.

Llora de dolor, de tristeza, yo no puedo con su fuerza, le cuido su cabeza para que no se haga más daño,  la abrazo, su sentir yo también lo estaba viviendo, las lágrimas me traicionaron,  mis  fuerzas  insuficientes,   no   me  ayudaban   a controlarla.  Recién empezaban las consecuencias del medicamento que ingirió, momento después se acercó un enfermero para aplicarle un sedante, ella alucinando continuaba delirando.

El hospital no cuenta con los recursos materiales ni humanos. Pasan largas horas y la examina  una psiquiatra, otro diagnóstico…

Los episodios no se terminan, y llegan sin una fecha designada, puede ser en lapsos de meses o  semanas, pueden ser leves o controlables, o tan intensos que el cuadro se intensifica con taquicardia, dificultad para respirar, sus manos frías y vómito.

Y dentro de su crisis me dice: “mamá eres muy fuerte, me preocupo por ti, ¿qué sientes, cómo haces para seguir?, yo no puedo más mamá, es difícil respirar, me siento vulnerable, ¿es normal sentirse vulnerable? mamááá”

 

"Al año mueren alrededor de un millón de personas por suicidio

De veinte personas que lo intentan una lo consigue afectando al menos a su familia más cercana" 

Los trastornos como la anorexia, depresión, ansiedad... existen  en muy altos porcentajes de la población, sin distinción etaria, de género o clase social 




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